El timbre
2febrero 6, 2013 por felipejpg
MICRORRELATO
Todo resultaba más fácil desde que se había ido, su piel recobraba el color perdido en unas zonas, en otras los moratones iban desapareciendo. Su pelo, antes seco y sin brillo, volvía ahora a coger esos matices rojizos que un día la habían dado tanta belleza. Poco a poco se arreglaba, mientras, sonaba una canción antigua en una radio acribillada por golpes y años. El timbre retumbó, haciendo un eco terrorífico en la soledad de la casa, ella se asustó, pero enseguida recobró la tranquilidad con una sonrisa y su mente en miles de apuestas en la felicidad. –Ahora va- gritó, sin prisas y presumiendo de su cuerpo, se acercaba a la puerta tatareando esa vieja canción, esta vez no se percató de usar la mirilla, al abrir, un puñetazo la tiró dentro, después solo se oyó un portazo y golpes secos contra su cuerpo.
Bueno, este relato aunque tiene algún tiempo, es para ellas, las mujeres maltratadas, que denuncien siempre, que no se fíen nunca y que sepan que son valientes.
Me alegra que te guste la forma y que «contagie», respecto a la frase que te gusta, también es mi preferida, no se me olvida, me salió de seguido, zas, sin pensarla siquiera, fue un momento «diferente». Gracias como siempre por tus palabras, no hay lectora ni crítica como tú.
Y claro que no, nadie ni nada nos borrará hoy la sonrisa, ni mañana, ni…
Namasté, besos y paz 😉
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Muy bueno, Felipe, muy bueno…
Quitando de la última frase…, el tono, el aire que envuelve el microrelato es fresco, alegre, esperanzador… Me encanta.
Incluso cuando suena el timbre y piensas que va a pasar lo que al final pasa, algo te dice que no, que no va a acabar mal…, que su carne no va a sufrir más. Quizá por el eso el final es más cruel aún…, porque es como si la golpeara dos veces. La primera vez que piensas que va a hacerlo, pero que te lo quitas de la cabeza, y la segunda que es cuando abre la puerta y vuelve el horror definitivamente.
En fin. Triste, muy triste. Sobre todo por lo que tiene de verdad… Por todas las mujeres que de verdad tienen que soportar eso en sus vidas, que, sinceramente, no puedo ni imaginarme lo que debe de ser…
Pero, volviendo al relato…, resulta muy fluido y diáfano. Tiene una dimensión preciosa que te contagia y que lo convierte en literatura, para mí, de primera línea. Has sabido crear un ambiente claro y primaveral, incluso brillante. Insisto, hasta la última frase, es un relato que tiene poco de esa tu tan «querida» oscuridad…
Me gusta todo, en general y «en particular», pero tiene una frase que me parece brillante… Cuando dices: «sonaba una canción antigua en una radio acribillada por golpes y años», muy bueno. Y parece obvio que no es la única acribillada (buen verbo para este relato) a golpes.
En fin. Una pena.
Pero…, hoy estamos tan contentos, ¿sí? 😉 Que nada va a conseguir borrarme la sonrisa de la cara, por ti, y por mí.
De modo que…, abrazos, besos y…
Namasté… 🙂
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